ECONOMÍA RURAL Y SOCIEDAD CAMPESINA.
Bienvenidos a este nuevo encuentro, donde los escenarios que se representarán; nos perfilan una nueva época en la Europa medieval. Comencemos entonces con este nuevo tema.
Siglos XI, XII y XIII Ritmo y límites de la expansión.
El siglo IX es un período de una excepcional claridad
dentro de la historia agraria occidental; en efecto, inmediatamente después,
los testimonios escritos devienen mucho menos numerosos y, sobre todo, mucho
menos explícitos.
El renacimiento intelectual intentado por el alto clero
carolingio fracasó finalmente, y en los siglos XI y XII las relaciones sociales
volvieron a fundarse, más que sobre textos escritos, sobre palabras, gestos y
ceremonias. Incluso en los establecimientos eclesiásticos, donde el nivel
cultural se mantuvo y en algunos casos se robusteció; se empleó mucho menos el
pergamino en lo que respecta a la gestión de sus explotaciones rurales.
En sus relaciones con los intendentes y con los
terrazgueros, los señores se fiaban a su memoria, periódicamente refrescada por
asambleas y <<reconocimientos>>. Los derechos y deberes de cada uno
eran establecidos y conservados con flexibilidad por la costumbre, por el
conjunto de usanzas antiguas que la comunidad aldeana, los terrazgueros y los
campesinos independientes recordaban colectivamente. Los cartularios redactados
en esta época en monasterios y obispados sólo contienen escrituras de compra o
de cambio, documentos judiciales,
títulos garantizando la propiedad de determinada parcela, etc., que por otra
La extensión de los cultivos.
Ciertos indicios
nos llevan a pensar que algunos cambios tuvieron lugar en las costumbres
alimenticias durante el siglo XIII. Se puede observar que, en todas las
categorías sociales, el companagium, el <<acompañamiento del pan>>,
fue a partir de entonces más rico y más abundante. En el siglo XIII la
mayor parte de los hombres no se
contentaban sólo con cereales. En 1289, en la hacienda de Ferring, dependiente
de la abadía inglesa de Battle, los carreteros querían recibir, además de pan
de centeno y la cerveza, queso por la mañana y carne o pescado a medio día.
En 1300 - 1305 los
obreros que trabajaban en la construcción del campanario de la iglesia de
Boulien-en- Forez consumían, además de pan de centeno y potaje de habas,
huevos, carne y mucho vino. Todos los inventarios normandos de alrededor de
1300 mencionan, como manjares para los terrazgueros corveables y los capataces:
guisantes, manteca, sal, arenques, aves de corral, queso y enormes cantidades
de huevos. Esta progresiva diversificación del régimen alimenticio, prueba de
un bienestar creciente y de una mayor seguridad material, constituye un factor
muy importante de la evolución económica rural. Por ello, la expansión de la
economía rural en los siglos XI, XII y XIII fue en primer lugar una expansión
agrícola.
Con el tiempo, el comercio marítimo adquirió más
importancia que el terrestre. Las dos rutas comerciales por mar más importantes
hacia los siglos XIII y XV eran:
Ruta del Mediterráneo; Era una ruta muy larga que unía el
mundo cristiano con el mundo musulmán. Las cruzadas permitieron la entrada de
barcos comerciantes a Tierra Santa y a oriente. Los protagonistas cristianos de
esta ruta eran las ciudades de Venecia, Génova, Pisa, Marsella y Barcelona. Los
productos que más se compraban a los musulmanes y a los bizantinos eran tejidos
lujosos, perfumes y especias, y lo que más se vendía eran tejidos de lana,
alimentos, armas y herramientas.
Ruta de la Hansa; Esta ruta cruzaba el mar Báltico, el mar del Norte y el Atlántico. Se llamaba
así porque estaba controlada por la Hansa, una asociación de ciudades nórdicas
que se encargaba de controlar el comercio fluvial, el marítimo y el terrestre
de esa zona. Se comerciaba con lana de Castilla y de Inglaterra, con vino
francés y con hierro, pieles, trigo y madera traídos del Báltico.
Gracias a estas rutas aparecieron dos grandes centros
económicos que eran el Norte de Italia (Milán, Génova, Venecia, Pisa y
Florencia) y Flandes (Brujas, Gante, Ipres y Amberes). Estos dos centros se
convirtieron en ciudades muy importantes políticamente y culturalmente, porque
eran puntos de intercambio de culturas, ideas, conocimientos, arte etc. En
estas zonas surgió una nueva forma de vida, la burguesía.
La ampliación de los campos antiguos.
Sin duda, la mayor parte de los nuevos campos fue una
prolongación del antiguo terruño sobre baldíos y pastos que lo rodeaban. Este
era el procedimiento más directo y más cómodo, que incluso en ocasiones podía
llevarse a efecto a escondidas del señor. Por esta razón, es también la forma
de roturación que ha dejado menos rastros en los documentos, y es por lo tanto
mucho más difícil de descubrirla. Para observarla hay que reunir indicios
dispersos, explorar el terreno en los linderos de los bosques que subsisten
actualmente e interpretar los microtopónimos, o bien la vegetación primitiva
sobre la cual se ganaron nuevas tierras. Sin embargo, hay algunos textos que
hablan directamente de estas ampliaciones furtivas del terruño.
Algunos señoríos han conservado series de inventarios
sucesivos a través de los cuales puede seguirse la multiplicación progresiva
del obispado de El y y la abadía de Ramsey que poseían al borde de los Fens, el
importe de los censos se incrementó considerablemente entre el final del siglo
XII y los últimos años del siglo XIII gracias a la constitución de nuevas
tenencias sobre tierras ganadas a pantanos.
CAMBIOS EN LA AGRICULTURA
En los siglos XI y XII se difundieron nuevas técnicas y
herramientas dentro del campo agrícola que aumentaron y rentabilizar la
producción en gran medida:
–El arado de vertedera o normando. La cuchilla que araba
la tierra era de hierro y era desigual, por lo que penetraba mejor. Este nuevo
arado también incluía la collera y las herraduras de clavos. Con estas
novedades se pudieron usar caballos para arar, ya que eran más rápidos y
resistentes que los bueyes. También se le añadieron ruedas, y así el agricultor
no tenía que llevar el peso del arado.
La rotación trienal. Consistía en dividir la tierra en
tres parcelas distintas, que cada año estarían dedicadas a algo diferente,
según un sistema de rotación. El primer año, había en una parcela trigo (o
cualquier tipo de cultivo), en la segunda legumbres, y la tercera se dejaba en
barbecho, para que la tierra reposase y recuperase nutrientes. Al año
siguiente, la primera parcela se dejaría en barbecho, la segunda albergaría
trigo, y la tercera legumbres; y al año siguiente, la primera tendría legumbres,
la segunda barbecho y la tercera trigo. Así se conseguía una mayor rentabilidad
de la tierra, pero fueron necesarias la selección de semillas, y una mayor
cantidad de abono.
El molino de agua. Previamente se conocía sólo el
molino de viento, y aunque aparentemente sean igualmente útiles, el molino de
agua supone un avance respecto al anterior. Un molino de viento está sujeto a
la situación meteorológica, es muy sencillo si no corre el viento, las aspas no
se mueven. Además, por aquel entonces Europa era una extensión muy frondosa y
estaba plagada de bosques. De este modo, eran pocos los lugares en los que el
viento soplaba con fuerza.
El molino de agua fue una revolución por esto,
porque si bien éste también está sujeto a una fuerza de la naturaleza, el agua
y los ríos son abundantes por todo Europa, y como bien hemos visto, ya desde
las primeras civilizaciones surgidas hacia el 3.000 A.C., el ser humano tiende
a asentarse y crear núcleos urbanos a orillas de ríos, en zonas fértiles. Con
esto quiero decir que la mayoría de las aldeas y pueblos medievales contaban
con su propio río, donde podían construir magníficos molinos de agua.
Condición campesina.
El
progreso agrícola suscitó en primer lugar algunas adaptaciones de las
estructuras jurídicas. La expansión hacia las tierras nuevas aceleró el
aligeramiento de las cargas señoriales, y las zonas de roturación aparecieron
como zonas de libertad. Esto ocurrió, por ejemplo, en España, donde la
reconquista y repoblación del desierto estratégico del valle del Duero dio
origen a unas estructuras sociales extraordinariamente abiertas.
Por otra parte,
sabemos que en los linderos de los grandes bosques del siglo XII abundaban los
pequeños alodios libres de toda sujeción señorial, y que las cartas de población
de los pueblos nuevos imponían a estos unas formas de sujeción mucho más laxas.
En 1159, los <<huéspedes>> instalados sobre los polders
de la abadía flamenca de Bourbourg gozaban de libertad
personal y de pendían directamente de la justicia pública del conde,
poseían una tendencia hereditaria inalienable, y solamente debían al señor un
ligero censo de reconocimiento.
La
condición campesina se modificó también en otro sentido.
El perfeccionamiento del arado y su tiro, así como
la multiplicación de las labores, factores esenciales del progreso técnico en
este momento, aumentaron enormemente la importancia de la labranza en el
trabajo agrícola. En las cuentas de los hospitalarios provenzales puede
verse que en 1338 la labranza costaba cuatro veces más que todos los demás
trabajos del dominio. El progreso hizo crecer igualmente el valor relativo del
equipo, de los instrumentos de cultivo, del tiro.
La sujeción del campesinado.- Si los dueños de los
pequeños señoríos y los mandatarios que administraban las distintas unidades de
los grandes no parecen, desde el punto de vista de la historia económica,
ocupar una posición semejante, sus contemporáneos del siglo XI establecían una
tajante distinción jurídica entre los primeros, clérigos, monjes o
caballeros, libres de los servicios y prestaciones exigidas al vulgo, y los
segundos, que estaban sujetos a unos y otras.
Efectivamente, en torno al año
mil, los textos nos presentan en el conjunto de Occidente un reparto de la
autoridades por la conciencia colectiva de la época, que aparentemente era
distinto del que había conocido la alta edad media. Los campesinos, tanto
los terrazgueros dependientes como los poseedores de pequeños alodios, estaban
sometidos al dominio privado de algunos jefes. Una pequeña élite de hombres
<<bien nacidos>>, poseía dominios suficientemente vastos para vivir
en la ociosidad, se reservaba una libertad auténtica, el derecho de tener armas
y la inmunidad de la casa, y se sustraía a cualquier obligación social, salvo
la defensa de su honor y de la fe jurada.
Esta transformación política, y la
consiguiente sujeción económica de las masas campesinas, pesó gravemente sobre
la evolución de la economía rural, pues
determinaba el reparto de las cargas fiscales y por lo tanto la orientación de
las más activas transferencias de riqueza que entonces tenía lugar en el
campo. Era igualmente determinante de las relaciones entre la mano de obra y
los señores de la tierra
REVUELTAS CAMPESINAS.
Durante algunos siglos en la Baja Edad Media, entre el
siglo X y XV, la estabilidad económica y social procedente de las Cruzadas y el
desarrollo comercial respaldaron un tiempo de relativa prosperidad. Sin
embargo, la propagación de la peste negra en la Europa medieval llevó a un
proceso muy violento de la crisis económica donde la mano de obra disponible se
convirtió en mucho más pequeña y, en consecuencia, impedía el equilibrio entre
la producción agrícola y la demanda de alimentos.
La escasez de alimentos
empujó a muchos propietarios a promover el aumento de impuestos y derechos
sobre la clase servil. A través de esta medida, los propietarios pretendían
garantizar el mantenimiento de su nivel de vida y, al mismo tiempo, evitar que
los campesinos abandonasen sus dominios con facilidad.
En las zonas
urbanas, estas dificultades también llegaron a los trabajadores libres que
tuvieran sus salarios manifiestamente reducidos con la bajada del mercado de
consumo. Al mismo tiempo en que estos factores contribuyeron para que las
relaciones entre siervo y señor se estancasen, hay que mencionar que los
cambios climáticos ocurridos en esa época tuvieron una gran importancia para la
generación de varias revueltas campesinas. De hecho, la importancia de estos
levantamientos encubre todo el pasado monopolizado por los escritos de la clase
clerical, que acostumbraba enfatizar la relación armoniosa entre el señor y sus
siervos.
En la década de 1320, los disturbios urbanos de
trabajadores belgas marcaron el germen de la crisis que se estaba gestando en
Europa. Unas décadas más tarde, Francia se convirtió en el escenario idóneo de
las revueltas campesinas que fueron denominadas despectivamente como jacqueria (posiblemente por la
chaqueta que solían llevar llamada jaque). El estallido de estos disturbios en
Francia debe ser considerado en el contexto de la turbulenta época de la Guerra
de los Cien Años. En ese momento, las pérdidas en los combates contra los británicos,
el arresto del rey Juan II y el aumento de los impuestos sobre los campesinos
eran las razones específicas que explican la organización de estos disturbios.
ANEXOS.
ACTIVIDAD.
Como sabemos bien se aproxima la Semana Mayor, por consiguiente vamos a preparar una exposicion donde presentaremos las características; económicas, sociales y políticas que se presentaron en la Alta edad media y Baja edad media, identificando aquellos factores que conforman una nueva estructura social.
NOTA; Una de las ideas que sugiero para que sea mucho más fácil y práctico el ejercicio; es el acercamiento a estas dinámicas sociales, por medio de la elaboración de un cuadro comparativo, así lograremos sintetizar todos nuestros saberes.
Sugerencia.
Recuerda que este es un espacio, para retroalimentar nuestros saberes.
https://www.youtube.com/watch?v=Qo4av_sQIqk
https://www.youtube.com/watch?v=75hGTpy6mzw
Cibergrafía.
https://historiaeuropa.wordpress.com/2011/12/27/tema-4-la-baja-edad-media/
http://www.academia.edu/11335241/ECONOMI_A_RURAL
http://www.escuelapedia.com/revueltas-campesinas-en-la-edad-media/
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